Las palabras pacto y testamento son generalmente sinónimas en el texto de la Biblia. Ellas pueden llevar a una malainterpretación porque la palabra testamento también ha sido usada para nombrar las dos mayores secciones que el hombre ha designado en la Biblia: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.
La confusión viene porque cada sección contiene escrituras que se relacionan a otros pactos aparte de que ya lleva ese nombre. El Antiguo Testamento se refiere a otros pactos en adición al que Dios específicamente llama Viejo Pacto: el pacto que él hizo con Israel en el Monte Sinaí. El Nuevo Testamento contiene las escrituras pertinentes al Nuevo Pacto, las cuales fueron escritas a creyentes en Jesucristo, pero también incluye los cuatro evangelios, los cuales ocurrieron en el Viejo Pacto. El Nuevo Pacto no empezó hasta que Jesús derramó su sangre y murió en la cruz.
Por el bien de la claridad de este libro, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se van a usar en referencia a las dos secciones de la Biblia. Viejo Pacto y Nuevo Pacto se van a referir a esos dos pactos específicamente. La Biblia también se refiere al viejo pacto como la Ley de Moisés o solo la Ley. En este libro la palabra Ley aparece en mayúsculas cuando se refiere al Viejo Pacto: la Ley. Cuando la palabra ley no está en mayúsculas, se refiere a cualquier otro tipo de ley en general como un principio.
Este libro usa las palabras hombre e hijo desde una perspectiva espiritual. El término hombre se usa en referencia a la humanidad, cualquiera en la raza humana, hombre o mujer, sin importar la edad. Todas las referencias a hijos de Dios en este libro incluyen tanto a los hombres como a las mujeres nacidos de nuevo. En Cristo no hay ni varón ni mujer. (Gal 3:28) Las mujeres en Cristo son hijos de Dios, igual a los hombres.