Declaraciones comunes usadas para promover el diezmo.
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Tenemos una relación comple- tamente diferente y mejor con Dios que la que tuvo Abraham. Ella nos llama a una forma de vivir y dar completamente diferente: guiada por el Espíritu y diseñada única e individual- mente para cada persona.
Considere las diferencias entre un creyente en Jesucristo y Abraham:
Vea las Notas de las referencias escriturales por cada declaración.
Durante todo el periodo de tiempo antes de la Ley, solo hubieron dos referencias bíblicas con respecto al diezmo. Una instancia ha sido superficialmente interpretada para justificar una enseñanza que es contraria al Nuevo Pacto. La otra es un ejemplo de incredulidad y de regateo con Dios. Ninguna de las dos instancias puede cambiar la obra terminada en la cruz. Ninguna puede agregar nada a la grandeza de la vida en Cristo. Ninguna de las dos enseña que hay que diezmar a la iglesia.
La primera mención del diezmo está en Génesis 14. Un grupo de cuatro reyes del Este vinieron a Canaán para atacar a un grupo de cinco reyes que se habían rebelado y dejaron de pagar sus tributos. Sodoma fue una de las ciudades saqueadas, y el sobrino de Abraham, Lot, fue llevado con los cautivos. Abraham, 318 de sus siervos entrenados, y otros tres hombres del área que estaban en pacto con él, persiguieron a los invasores y los mataron.
Cuando Abraham retornaba con el pueblo y el botín, el nuevo rey de Sodoma vino a recibirlo. Melquisedec, rey de Salem, también vino con pan y vino y pronunció una bendición sobre Abraham. Génesis 14:20 dice que Abraham “le dio el diezmo de todo”. Hebreos 7:4 confirma que fue una décima parte del botín de la batalla.
El rey de Sodoma entonces le pidió que la gente retorne a él pero dijo a Abraham que guarde los bienes. Por derecho de conquista Abraham pudo haberse quedado con todo, incluyendo la gente. Como sea, él se rehusó a quedarse con nada y públicamente afirmó su juramento a Dios que él no tomaría nada del rey de Sodoma para que éste no diga que hizo rico a Abraham.
El relato de Abraham y Melquisedec ha guiado a la gente que está a favor del diezmo a hacer muchas especulaciones que no tienen base en las Escrituras. Una mirada objetiva a los hechos nos llevan a una conclusión diferente. Por el asunto del énfasis, los siguientes puntos son mencionados individualmente:
El diezmar no fue parte del pacto con Abraham. No hay nada que objetar a eso. El diezmo no fue la razón de su prosperidad o del cumplimiento de las promesas de Dios a él. Abraham ya era extremadamente rico antes de que alguna vez se encontrara con Melquisedec. Dios hizo rico a Abraham solo en base a la promesa.
¿Por qué Abraham le dio a Melquisedec el diezmo? Algunos dicen que él siguió un principio eterno. Eso no puede ser verdad porque Dios mismo en Números 31 dio instrucciones específicas que fueron diferentes. Fue otra la situación que se aplicaba al botín de la batalla. El sumo Sacerdote recibía el 1/500 de la mitad del botín (un décimo del 1 por ciento del total) y los Levitas obtenían 1/50 de la mitad del botín (1 por ciento del total). Números 31 se examina con más detalles en el capítulo 4, durante la Ley.
Mucha gente tiene la idea errónea que el 10 por ciento es un estándar sagrado en el reino de Dios cuando se trata de dar. Piensan que fue un mandamiento o principio no dicho que no fue registrado hasta que la Ley fue dada. Pero esa conclusión es errada. La Biblia misma claramente contradice eso. Si Abraham estaba siguiendo un principio divino cuando dio el diezmo del botín a Melquisedec, entonces Dios le hubiese dicho al pueblo en Números 31 que hagan la misma cosa. Pero él específicamente les dio instrucciones diferentes, prueba de que Abraham no estaba siguiendo una ley eterna y de que su diezmo no es un patrón a seguir hoy en día.
Antes de la Ley, no hubo ningún mandamiento de que el hombre debe diezmar. No hay base escritural para decir que el diezmo fue un mandamiento no dicho o un principio universal de adoración. No hay prueba escritural de que ningún otro adorador del Dios verdadero ninguna vez dio a nadie el diezmo durante ese tiempo, incluyendo Jacob. No hay base escritural para decir que Dios quería el diezmo de nadie durante ese tiempo. Esos son hechos. Todo lo demás es especulación.
Hay mucho debate acerca de la identidad de Melquisedec. Hay por lo menos cuatro escuelas de pensamiento entre los estudiosos de la Biblia y líderes en la iglesia y cada posición tiene un argumento escritural. Sin embargo, cuando se viene al asunto del diezmo en la vida de los cristianos de hoy en día, no importa absolutamente quien era Melquisedec o porqué Abraham le dio el diezmo. La llave del asunto es profundamente simple, pero muchos en la iglesia la han perdido.
Aquellos que argumentan sobre Abraham y Melquisedec pierden la cuestión principal de vida en el Nuevo Pacto. Nosotros no somos Abraham y no estamos viviendo antes de la Ley. La muerte y resurrección de Jesucristo es el punto principal de la historia. Cambió por entero la naturaleza de la relación del hombre con Dios. No importa quien fue Melquisedec o porqué Abraham le dio los diezmos; no cambia la verdad o el espíritu del Nuevo Pacto. Diezmar no es parte del Nuevo Pacto. Diezmar le resta mérito. La mayordomía financiera en el Nuevo Pacto está basada en un modelo diferente.
Nosotros sabemos que Melquisedec fue un rey y sacerdote y que Abraham le dio los diezmos del botín. Los diezmadores argumentan que Jesús es tanto rey como sacerdote y por eso se le debe el diezmo. Jesús ciertamente es digno del diezmo y de mucho más, pero su reino y sacerdocio no se basan en el diezmo. El diezmo no tiene lugar allí. Todo lo referente al diezmo es inferior a la vida en Cristo del Nuevo Pacto.
Jesús nunca pidió a nadie un compromiso del diez por ciento. Su llamado fue un absoluto abandono de todas las cosas para él y de un compromiso absoluto de todas las cosas para él. Nunca sancionó el diezmo como un modelo de dar en su nuevo reino que empezaría con la resurrección. El pidió a sus seguidores que lo dejen todo, que lo den todo, y que usen todo para lograr el propósito. Paradójicamente, comisionó todas las cosas a sus discípulos para poseerlas juntamente con él y para usarlas en su servicio. Y el Espíritu Santo es ahora el líder en todos los asuntos, no “el principio” del diezmo.
La historia de Melquisedec fue luego usada por el Espíritu Santo como una figura profética a la nación de Israel acerca del Nuevo Pacto y el orden espiritual que reemplazaría a la Ley de Moisés. El Salmo 110 habla proféticamente acerca del Mesías y dice que él sería sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec. Bajo el Viejo Pacto, el oficio del rey estaba separado del oficio del sacerdocio. El resucitado Señor Jesucristo es tanto rey como sacerdote, y esa es una manera en que él cumple el modelo profético de ser sacerdote según el orden de Melquisedec.
Hebreos 7 compara el sacerdocio de Melquisedec y el sacerdocio Levítico pero deja mucho de misterio sin revelar. El mismo escritor de Hebreos decía que mucho no podía decir al respecto porque a la gente que él estaba escribiendo se habían vuelto tardos para oír. Como sea, cuando venimos al asunto del diezmo, los escritos de Pablo acerca de la vida en Cristo dejan tan en claro que el diezmo no es parte del Nuevo Pacto, que nosotros no necesitamos resolver el misterio de Melquisedec de modo a saber qué debemos hacer hoy en día.
Teniendo el beneficio del resto de la Biblia para que nos ayude a conocer y entender a Dios, podemos mirar por debajo de la superficie la situación de Abraham para quitar algunas conclusiones que concuerdan con la verdad que Dios reveló en Cristo.
La próxima figura significativa en la línea del pacto después de Abraham fue su hijo Isaac. ¿Fue el diezmo parte de su pacto con Dios? ¿Fue el diezmo la fuente de sus recursos? ¿Cuál fue su responsabilidad hacia Dios con respecto a su riqueza? ¿Cómo se aplica su historia a nosotros en el Nuevo pacto?
Isaac era muy rico debido a que heredó todas las posesiones de su padre. Cuando el hambre vino en la tierra, el Señor se le apareció y le confirmó la promesa hecha a Abraham. Dios dijo a Isaac que no baje a Egipto sino que more donde él le diga y que él estaría con Isaac y lo bendeciría. Génesis 26:13–14 dice:
El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia. (Gén 26:13–14)
Dios no ordenó a Isaac a hacer sacrificios o a diezmar. La Biblia nos dice que Isaac edificó un altar e invocó el nombre del Señor, pero eso fue voluntario, al igual que los altares que edificó Abraham su padre. No hay base escritural para decir que Isaac alguna vez dio el diezmo de algo a alguien en toda su vida. No hay indicaciones que alguna hubo algún concepto de diezmo incluido en su relación con Dios. Isaac obedeció las instrucciones que Dios le dio personalmente para viajar a través de la tierra en vez de ir a Egipto. El hizo eso por fe y Dios lo protegió e incrementó la gran riqueza que ya tenía.
Desde luego, la naturaleza del pacto que Isaac tuvo con Dios fue que él y todas sus posesiones fueron completamente dedicados a Dios. El tuvo que vivir toda su vida con el entendimiento que en cualquier momento y por cualquier razón, Dios podía pedirle cualquier cosa que poseyera. Así es como su padre, Abraham, también vivió. Cuando Abraham fue ordenado ofrecer a Isaac en sacrificio, él tuvo que probar su fe y su compromiso al pacto. Esa es la naturaleza del pacto, cien por ciento comprometido por ambas partes. Esa es la naturaleza de nuestra relación con Dios a través de Cristo. Y así como Isaac, no nos preocupamos con mandamientos que no nos fueron dados. Necesitamos considerar lo que significa para nosotros un compromiso de cien por ciento en nuestro llamado. Necesitamos oír las instrucciones específicas, dirección, y requisitos de Dios, en forma personal.
La única otra mención de diezmo antes de la Ley se hace en la vida del hijo de Isaac, Jacob. Un profundo estudio de la situación revela que no es lo que se pretendió que sea. No apoya la práctica de diezmar en el Nuevo Pacto. De hecho, es el registro de una persona sin fe que trataba de manipular a Dios. Jacob hizo lo opuesto a lo que debía honrar y agradar a Dios.