El Diezmo de Abraham

Tenemos una relación comple- tamente diferente y mejor con Dios que la que tuvo Abraham. Ella nos llama a una forma de vivir y dar completamente diferente: guiada por el Espíritu y diseñada única e individual- mente para cada persona.

Considere las diferencias entre un creyente en Jesucristo y Abraham:

  • Abraham no fue redimido por la sangre de Cristo.1
  • Los pecados de Abraham no fueron remitidos (totalmente perdonados y limpiados) ellos solo fueron temporalmente cubiertos y pasados por alto.2
  • Abraham no fue bautizado en Cristo por el Espíritu Santo.3
  • Abraham no estaba realmente en una unión espiritual con Dios.4
  • La vieja naturaleza de Abraham no fue crucificada con Cristo5
  • Abraham no había nacido de nuevo y regenerado espiritualmente con la propia naturaleza de Dios en él.6
  • Abraham no fue un hijo de Dios en la misma posición que la familia de Dios en Jesucristo.7
  • Abraham no fue hecho justicia de Dios. (Su fe solo le fue contada por justicia).8
  • Abraham no pudo decir: “Es Cristo quien vive en mi”.9
  • Abraham no fue el templo de Dios. Dios no moraba en él.10
  • Abraham no tenía al Espíritu Santo morando en él como guía.11
  • Abraham no fue librado del poder de las tinieblas y trasladado al reino del hijo de Dios.12
  • Abraham no fue hecho vivo con Cristo, resucitado con él, y sentado con él a la diestra del Padre.13
  • Abraham no fue bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.14
  • Abraham no fue coheredero de todas las cosas a través de la unión espiritual con el Cristo resucitado.15
  • Abraham no accedió a toda autoridad en los cielos y en la tierra a través de nombre de Jesús.16
  • Abraham no pudo hacer las mismas obras que Jesús y aun mayores obras que Jesús dijo que haríamos, ni tampoco pudo crecer en toda la estatura en Cristo.17

Vea las Notas de las referencias escriturales por cada declaración.

Capítulo 8

Desinformación II

Jesús diezmó.

Se dice que Jesús diezmó. La Biblia no lo dice específicamente, pero la gente es rápida para asumir que lo hizo porque el vivió durante el tiempo de la Ley. Esa es la raíz de todo el error del diezmar: asumir algo descuidadamente basados en falsas premisas. Produce doctrinas religiosas problemáticas y una iglesia débil.

A no ser que Jesús haya cosechado productos agrícolas de la tierra, incremento de tierras, viñedos, huertas, rebaños, ganado, y panales de abejas, las cuales eran las designadas por la Ley a ser lo que se debía diezmar, el no diezmó. Aun si hubiera dado el 10 por ciento de su ingreso de la carpintería o el 10 por ciento de las ofrendas a su ministerio, no hubiese sido llamado “el diezmo” de acuerdo a la definición de la Ley. Sabemos que dio a los pobres, pero él no tenía su objetivo puesto en el porcentaje. Eso hubiese sido irrelevante al principio de dar libremente y al espíritu del dar.

Ya sea que Jesús haya diezmado o no, no tiene nada que ver con el cómo un hijo de Dios nacido de nuevo se supone debe vivir en el Nuevo Pacto. Jesús pudo haber hecho muchas cosas durante ese periodo del Viejo Pacto las cuales nunca tuvo la intención que la iglesia lo haga. Si el diezmar hubiera sido tan importante como se nos dice que es, Jesús lo hubiera enfatizado en su propia vida y enseñanza. Por el contrario, el minimizó su importancia debido a que apenas lo mencionó.

Jesús era la naturaleza divina de Dios en operación. Su estándar de vida estaba tan por encima de la Ley que no había comparación. Lo mismo debe ser cierto para la iglesia, la cual es su cuerpo en la tierra. Nuestra forma de vida y de dar hoy en día debe estar muy por encima de todo lo previo hasta ahora, incluyendo la Ley y Abraham. Cuando la iglesia vea la verdad en Cristo, será transformada. Todo el dar anterior parecerá débil y mendicante comparado con lo que realmente se hará.

Jesús enseñó el diezmo.

Se dice que Jesús enseñó el diezmo. Si fue así, ¿a quien enseñó? En Mateo 23:23 y Lucas 11:42 Jesús reconoce a los Fariseos que el diezmar era su responsabilidad, pero les reprendió por pasar por alto las partes más importantes de la Ley las cuales eran juicio, misericordia, y fe, y el amor a Dios. En Lucas 18:9–14 Jesús narró una parábola de dos hombres yendo al templo a orar. Uno era un Fariseo que se justificaba a sí mismo quien fanfarroneaba a Dios acerca del ayunar dos veces por semana y dar diezmo de todo lo que ganaba. El otro era un publicano quien decía: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Jesús dice que el publicano regresó a su casa justificado antes que el Fariseo. Ninguno de estos incidentes enfatizó la importancia del diezmo.

Jesús meramente confirmó que el pueblo al que él estaba hablando estaba bajo la Ley y que el diezmo era parte de su obligación en el pacto. El no estaba dando instrucciones al creyente del Nuevo Pacto. No hay otro registro de Jesús hablando sobre el diezmo. Su relativo silencio sobre el tema nos dice que no es la llave a la bendición y prosperidad en el Nuevo Pacto.

El Nuevo Pacto iba a ser de un cambio tan radical en relación a Dios que había muy poco que Jesús podía decir acerca de ello en ese tiempo. La gente no lo podía entender. El dijo a sus discípulos en Juan 16:12–13:

Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. (Jn 16:12–13)

Dios ha puesto su propia naturaleza en el cristiano nacido de nuevo. Cuando la iglesia reciba la revelación de su unión con Cristo, ellos empezarán a vivir para servir a Dios. A ellos se les va a decir que paren de dar en vez de tener que arengarles constantemente a dar.

El diezmo redime el otro noventa por ciento.

Decir que pagar el diezmo es lo que protege el noventa por ciento restantes de una maldición de destrucción es contrario al Nuevo Pacto y desvaloriza la sangre de Jesús. El dinero no puede redimir nada ni tampoco lo puede hacer la práctica del diezmo.

En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Col 1:14)
Y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. (Heb 9:12)
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros Padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. (1 Pe 1:18–19)

En el Nuevo Pacto somos redimidos. Es una obra consumada, terminada. No tiene que volverse a hacer cada vez que recibimos un cheque. Satanás está destrozado. No estamos en su jurisdicción. No estamos bajo maldición. La sangre de Jesús pagó el precio total por nuestra liberación y no hay nada que podamos hacer para agregar nada a eso.

Redención quiere decir que Dios nos ha comprado y es nuestro dueño. El tiene el legítimo derecho sobre todo lo nuestro: nosotros mismos, nuestro tiempo, nuestro dinero, y cada detalle de nuestras vidas. El expresa su voluntad a cada persona en forma individual a través de la obra del Espíritu Santo, no en base al diezmo.

Un aspecto de la sabiduría y superioridad del Nuevo Pacto es que el Espíritu Santo puede dirigir la vida de cada persona en forma singular para cada circunstancia. La Ley era compleja porque tenía que abarcar una gran variedad de asuntos que podían ocurrir. Los líderes religiosos de Israel hicieron adiciones para cubrir aun más situaciones. El Espíritu Santo en el Nuevo Pacto ha hecho las cosas de manera simple. El va a dirigir a cada persona individualmente para tratar con todo que ellos confronten en su vida, incluyendo el dar dinero y sostener la obra de Dios en la tierra.

Pablo dice en Gálatas 5:1:

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. (Gál 5:1)

La gente bien intencionada tratará de obligarlos con el yugo de esclavitud religiosa. Usted debe saber la verdad en Cristo para ser libre y estar libre.

El diezmo lo califica a recibir más de Dios.

Esta declaración está basada en la creencia que el diezmo es uno de los principios fundamentales de una fiel mayordomía financiera para los cristianos de hoy en día. Pero no hay base escritural para ese pensamiento. La mayordomía financiera en el Nuevo Pacto está basada en seguir la guía del Espíritu Santo, el cual trata individualmente con cada miembro del cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo tiene la sabiduría y conocimiento para estar preparado para cada necesidad que surja, en cualquier momento y en cualquier lugar. Mucho dar puede ser regular y digno de confianza, pero el Espíritu Santo es el que determina qué es lo mejor para cada situación. El se reserva el derecho de interrumpir el statu quo (estado de las cosas). La iglesia necesita aprender a confiar en él. El va a hacer un trabajo mucho mejor que el principio del diezmo.

El Nuevo Pacto ha terminado la vida en compartimientos. Ninguna parte es más importante que la otra. En los emprendimientos de la familia de Dios, se espera vivir para él con todos nuestros recursos, no solo de dinero. Pero en relación a la mayordomía, el dar financieramente ha sido sobre enfatizado como el aspecto más importante. Hay muchos otros aspectos de mayordomía que son completamente ignorados. Uno que casi no se oye es el ser guiado por el Espíritu Santo a no dar.

La meta de la mayordomía es usar todos los recursos sabiamente por la infinita sabiduría y conocimiento del Espíritu Santo. No es solo dar más y más y más. No es dar dinero en cada reunión o poner algo en cada canastita de ofrenda que se pasa. Si nuestro dar se basa en cumplir una obligación como la del diezmo o en cumplir un principio para nuestro propio beneficio financiero, podemos estar dando dinero en los momentos y lugares equivocados.

Dios no quiere que pongamos valiosos recursos en algo que él no está dirigiendo. Aun si algún proyecto o ministerio es ordenado por Dios, él puede querer que alguien más apoye eso para que nosotros podamos tener los recursos disponibles para otro propósito en particular que él sabe que se aproxima en el futuro. Reconocer la guía del Espíritu Santo cuando él nos dice que no debemos dar es también parte de una buena mayordomía.

“Honra al Señor con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos”… significa diezmar.

Esta declaración viene de Proverbios 3:9–10.

Honra al Señor con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto. (Pro 3:9–10)

Salomón estaba hablando primeramente al pueblo de sus días, los cuales vivían bajo la Ley, así como él. Tiene su aplicación para nosotros hoy en día, pero no es para diezmar.

Bajo la Ley habían muchas maneras para que una persona honre a Dios con sus bienes. Algunas eran mandamientos y algunas voluntarias. Diezmar era solo uno de los muchos aspectos financieros de la Ley.

Las primicias era una ofrenda distinta al diezmo. Era voluntaria y no tenía estipulada una cantidad necesaria. Sin embargo, tenía instrucciones específicas con respecto a cuándo se debía hacer, y cómo debía ser usado. Honrar al Señor con las primicias no tenía nada que ver con el diezmo.

Este versículo es un recordatorio para nosotros que toda riqueza material es una bendición de Dios. Usar recursos materiales para su reino es parte de nuestra naturaleza como hijos. Podemos esperar que las bendiciones de Dios estén sobre nosotros si es que permanecemos en Cristo y vivimos para él por fe. Como Pablo dijo en 2 Corintios 9:6–8:

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. (2 Cor 9:6–8)

Diezmar pone a Dios primero en su vida.

Mucha gente diezma porque ellos se aman a sí mismos, no a Dios. Ellos has sido convencidos que una maldición vendrá sobre ellos si es que no diezman y que una bendición vendrá sobre ellos si lo hacen. Así que diezman fielmente, pero Dios no está primero. Y como ya dije, Dios no se impresiona en ser el primero. El espera ser todo y eso solo puede pasar por el poder del Espíritu Santo, cuando una persona recibe una revelación de lo que significa realmente el evangelio. La gente que trata de poner a Dios primero en sus vidas, por diezmar o cualquier otra cosa, no tienen una revelación de la vida en Cristo en el Nuevo Pacto. Cuando ellos la reciban, serán transformados y su dar será una expresión del amor de Dios en sus corazones.

El diezmo debe ser el primer cheque que se escribe.

Esta enseñanza es una combinación de dos conceptos separados en el Viejo Pacto: “La ley de la Primeras Cosas” y “La ley del Diezmo”. La ley híbrida resultante se ha traído dentro del Nuevo Pacto y aplicada a la iglesia. Aparte de violar el Nuevo, este híbrido es también una falsa interpretación del Viejo Pacto.

La “ley de las Primeras Cosas” es una referencia a los mandamientos acerca del primogénito de los hombres y de los animales y de las primicias de los campos, viñedos, y olivares. Es un concepto separado del diezmo y fue regulado por mandamientos separados. Dios no tiene tolerancia por cambios en la Ley. El designó cada aspecto para que enseñe una lección espiritual.

La Ley dice en Éxodo 13:2:

Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es. (Éx 13:2)

Ese era un evento de una sola vez. El diezmo era un evento anual del ganado como un todo. Los dos conceptos no pueden ser combinados. Había dos leyes separadas para dos propósitos separados y dos lecciones espirituales.

Otra declaración fuera de la Escritura que se ha vuelto popular dice: “Si no es el primero, no es el diezmo”. Eso significa que si usted gasta algo antes de que pague el diezmo, entonces usted ha violado la ley de Dios y no habrá bendición. Pero los granjeros en Israel no podían saber cual iba ser su diezmo hasta que toda la cosecha haya terminado. Después de eso todavía había un período de tiempo antes de que pueda ser llevado al templo (alfolí). Mientras tanto no había ley contra el vender o usar una porción que les pertenecía a ellos. Dios no los cargó con un legalismo excesivo.

La Biblia también contradice esa enseñanza de otra forma. De acuerdo a la Ley, cuando se tomaba el diezmo del rebaño y del ganado, el diezmo que pasaba bajo la vara era el que se daba al Señor, no el primero.

Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. No mirará si es bueno o malo, ni lo cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados. (Lev 27:32–33)

La palabra “diezmo” en Levítico 27:32 es un número ordinario, significando el décimo de una secuencia. No quiere decir diezmo o 10 por ciento. Viene de una palabra hebrea diferente. Eso significa que el animal número diez pertenecía al señor, no el primero.

Israel también fue instruido a no inspeccionar el décimo animal si era bueno o malo. No importaba si era uno malo; ese era el que estaba ordenado que se diera y no se debía reemplazarlo por uno bueno. Ese es otro ejemplo de la diferencia de la Ley con respecto a lo que se ha enseñado acerca de eso.

Debe ser dicho repetidamente: la llave al asunto del diezmo es recibir una revelación de la vida en Cristo en el Nuevo Pacto. Sin revelación de eso, la gente se hunde en controversias sobre pasajes aislados de la Escritura y pierden de vista el asunto real. Gente sincera está tratando de encajar la vida del Nuevo Pacto dentro de un marco de tipos y sombras del Viejo Testamento. Jesús dio al apóstol san Pablo una revelación de la realidad espiritual en el Nuevo Pacto. Todos los tipos y sombras necesitan ser interpretados a la luz de eso.

Traer la ley del diezmo dentro del Nuevo Pacto es malo en sí mismo. Crear una nueva ley híbrida, sobre el asunto de los diezmos y las primicias, y agregar encima de eso el diezmo, es lo mismo que hicieron los Fariseos. La Ley no era suficientemente extensa para ellos. Ellos tuvieron otro cuerpo de leyes que crearon y agregaron a la Ley de Dios. En sus mentes ellos eran sinceros, pero perdieron de vista el punto.

La gente no piensa que la doctrina del diezmo es un mensaje de justicia por obras. Pero si toda la redención, protección, y bendiciones de Dios dependen del diezmo, entonces ¿para qué sirve la justificación que se nos ha dado como un don gratuito? Ellos no pretenden decir eso, pero la justificación con que nos dejan no es buena por sí misma para nada. Entonces no es justificación.

Si fallar en diezmar me hace alguien que roba a Dios, entonces mi justicia depende del diezmo. Si fallar en escribir el primer cheque el día del cobro a la iglesia local hace que yo pierda el favor de Dios en mi vida, entonces mi justicia depende de eso. Si diezmar es lo que redime el otro 90 por ciento de mi salario, entonces la sangre de Cristo no lo redime. Si una maldición me va a venir por no diezmar, entonces Cristo no nos ha redimido de la maldición de la Ley.

La enseñanza popular del diezmo realmente es decir que necesitamos a Cristo más el diezmar. Es decir que la sangre de Cristo no fue suficiente, que necesitamos la sangre y diezmar. El mensaje de la gracia y el mensaje del diezmo son tan diferentes como el día y la noche.